domingo, 21 de junio de 2015

somos vesania e ímpetu

Cómo dejar el poético acto de caer, culpar la lluvia y al mal tiempo del frío camino hacia tu marcha, oh mi ramillete de rosas y colonia de corales, culpo a los volcanes de mi país por mostrarme tu silueta en cada devastador ciclo del fuego y luego, hace erupción el magma que abre su paso en mis cicatrices.


Cómo vivir deambulando por los túneles oscuros del principio, si el fin del camino es la adición de todas las noches iluminadas que te quise; sellos de agua y cera, deseos de alma, luna y piedra. La carne peca por su generosidad y como voy voraz a tus movimientos soy impetuoso hacia tu paleta de sabores, el karma no puede seguir aquel ritmo y pierdo el aire por tus colores. Oh danza de mi apetito y grosería permitida, si ellos creen que todo comienza en los principios cuéntales que el big-bang ocurre frente a nuestras narices cada día, que nuestra piel se torna como escama y bajo, sientes ese dulce escalofríos si planeo hacia tu cuello por aquel atajo y caemos al final del encuentro; el principio de que todo va muy bien y el resto nace mutuo haber muerto.


Aflicción de momentos, diversos campos de cultivo de miedos y esperanza, la norma vestida de corbata cosechando la vejez, el crecimiento de la raíz y el deplorado escrito de amor sobre una mujer. Vacíos riachuelos con lagrimas que no llegan al mar, nuestros deseos transcritos de manera digital frente a la ilusión de proteger y asediar dos vidas completamente atraídas por el deseo de amar solo a quien ansían amar.     


El tiempo, siempre es el tiempo quien derriba la intemperancia del que espera, del que promete, jura y crea. Pero yo, muy astuto cuelgo mi docto y corto el excelso intelectual, porque aprendí que no es bueno acumular tanto pretexto para cuando llegue el momento de dejarlo todo atrás. Eres mi equipaje y mi mejor canción antes de marchar, contigo obré mi voluntad y doy gracias que por tu gracia en cada final vuelvo a comenzar.

Dulce mora, fruto de belleza y dulce sinfonía, ¿quien seré si no puedo sentir tu alegría? 
Mi fulgor fluye como sangría, puedes beber de ella y advertir mi compañía, mientras de ida al final del camino ves la partida, con la cara adormecida y yo sonreía por ganarle al destino, por ganarme la vida que tendría.

Si el letargo es mi silencio y no llego a serle fiel, solo muestrale la salida.



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