domingo, 18 de enero de 2015

Teach me something

No se como irán a ser las cosas en el futuro, pero deseo cambiarlas a como están ahora. No creo que vayan muy bien, tengo una relación tan increíble que no me habla ni aunque le haya dejado un texto. ESO es lo increíble. Con respecto a mis amistades, creo que he aprendido un par de trucos nuevos para mantenerlas y referente a mi carrera, sólo espero no tener que postergar mis vacaciones. Es un momento plano, lleno de serenidad pero desprovisto de emociones. Generalmente, lo único que me sacude son los problemas. Debo admitirlo, estoy tranquilo y me relaja esta serenidad, pero no quiero perderme lo que veo que pasa en otras personas. Espero experimentar pronto un cambio y estoy decidido en desechar mis debilidades, de las cuales algunas tienen nombre y apellido. Tengo sed de realidades distintas, de esas que pueden encontrarse en cualquier lugar, solo que quiero ir tras ella. Quiero vivir soñando, mi realidad en algunos puntos es bastante infeliz en este minuto y no quiero arrastrar conmigo la de otros. Quiero asombrarme, maravillarme de lo simple, quiero tener una oportunidad para contemplar lo esencial y lo desconocido haciendo la danza de la vida. Quiero desaparecer de cada ritual y perder la compostura rompiendo la fila. Quiero enamorarme de algo más profundo y anhelante, quiero dejar de tener el control y correr el riesgo de creer en algo.
Yo también puedo ser incrédulo, pueden tomarme y hacerme delirar con un deseo. Quiero borrar todo lo que se y ser llevado a otro lugar. Quiero cerrar los ojos y que este mismo escalofríos que siento al solo pensarlo me domine al ritmo del aroma de las vocales. Ya lo había dicho en otra ocasión: esta vez ruego desesperadamente por una pizca de inocencia. 



La Muerte

No aulló ningún can mientras mis ojos, somnolientos de tanto leer, cerraban sus parpados. Caían desplomados, apagando la atención de la mirada y encendiendo la cinta con las extrañas imágenes del pasado que suele distorsionar el subconsciente. Entregado al descanso, no quedaba otra que observar lo que pasaba por mi mente. Era una noche fría, cubierta de nubes noctilucentes y un silencio profundo, como si el eco fuese un invento propio de la imaginación. Ahí estaba yo, esperando que mi corazón dejara de latir por un instante, pero este se aceleraba más por cada suspiro.

Que extraño, esta vez no tengo miedo, solo tengo a una chica rondando por mi cabeza— Pienso.


Era ella, la que vi esta tarde, la que caminaba como en una pasarela, la que me hizo pensar en exabruptos, hipnotizando mi atención con cada paso, con esa sonrisa que arqueaba sus ojos enormes y los hacia brillar. Tan pequeña, tan perfectamente compactada y tan sexy, me dolía el estómago el solo hecho de imaginarla, no podía creer que existiese tanta belleza, y eso, qué pervertido me puso dios mío. Creo que sentí impotencia por no haberle hablado, ahora no tengo su numero ni se su nombre. Maldita sea, jamás sabré de ella Reflexionaba en ese momento.


Se ilumina la carne de mis manos imaginándolas tocando su piel, acariciando sus pómulos y jalando su mentón, mordiendo sus labios, viendo en cámara lenta como cierra los ojos al besarme, ese tipo de deseos que nacen en el subconsciente. Pienso en sexo y en amor, pienso en risas y en lágrimas, pienso en fugas y capturas, veo cuanto me ama, veo cuanto la cuidaré y todo lo que daría por besar su cuello cada mañana. Estoy tan admirado de su belleza que le agradezco solo a ella la vida. 


Creo que esta será una buena nochedigo suavemente. Solo imagino que todas esas fantasías fueses reales. Invito a mi mente a engañarme por un momento, invito a mi mente a inventarme felicidad.


Así pasé toda la noche, viviendo una relación ficticia y tonta, la cual no existió y culpo lo grande que es el mundo por toda esta fantasía que voló a través de mis ojos.


Llega el otro día y mi rostro muestra cierta decepción de la vida, siento ganas de ver nuevamente a esa señorita y que regale una sonrisa a mi paisaje. No se con que intención ocurren estas cosas, mi vida ya es lo suficientemente miserable como para tener intenciones tan veraces con una chica que ni conozco.


Camino por la misma calle de todos los días, dirección a unas aburridas clases de anatomía.

Me siento en la silla de siempre. Veo a mi derecha y están las mismas personas de siempre, las aburridas y odiosas personas de siempre.
El profesor entra a la sala caminando con mucha paciencia, atravesando la puerta sin preocuparse de mantenerla cerrada.

Chicos, hoy tendremos una clase diferente— Exclama con un todo motivador.

Hoy tenemos a una invitada muy especial, viene de una universidad vecina de la región, está preparando su practica y será ayudante de nuestra clase Le dice a la clase con un tono cada vez mas exuberante de ánimos.

La chica pasa y como si hubiese salido de mis pensamientos, la veo. Suspiro. Es ella, no se que decir. Me bajó una vergüenza enorme al imaginar que se enteró de todo lo que pensé esa anoche sobre nosotros.

Usaba delantal blanco, con tacones oscuros y altos, mostrando sus preciosas piernas debajo de unas pantys color champagne.

Bueno, he leído de estas cosas y en todos los casos, cuando ocurre una coincidencia de este calibre, quiere decir que debo hablarle y comenzar una aventura— Pienso mientras trato de despegar mi vista de sus caderas. 


La bella mujer sonríe a la clase en muestra de amigabilidad, asiente la cabeza frente al profesor y dice hola sin mirar un punto exacto al terminar la palabra completa, que para mi fue eterna. Me siento hipnotizado y algo idiota, no se qué pensar realmente y me pregunto por qué siento algo tan poderoso y singular por ella.

—¿Será solo su belleza? ¿Que acaso no es suficiente con eso? ¿En mi vida siquiera imaginé conocer tal encanto? ¿Mi profundo deseo será coronado al poseer su magnificencia como atractivo exclusivo para mi vida? ¿Eso siquiera es sensato? ¿Podré consumar una razón solo cuestionando el hecho? ¿Estaré arrastrando mi intelecto a una longevidad llena de angustia? — Cuestiono en mi cabeza como si ya lo hubiese hecho antes.


Antes de que el profesor comenzara la clase la chica da un discurso breve, algo típico de practicantes, con un vocabulario básico e ideas claras referidas a su deseo de apoyo frente a nosotros y también como aclaración de que no estorbaría. Como dije anteriormente, típico. La clase comienza y la chica camina entre los pupitres. Lleva una libreta y un lápiz en la mano en donde pareciera que anotara todo, o solo soy yo que cada vez que la miro mi mente repite la misma imagen una y otra vez frente a mis ojos. En fin, termina la clase y yo me acerco a ella. Le ofrezco un café y ella lo acepta, vacilando antes de hacerlo obviamente, como toda chica guapa que se toma enserio. Cuando vamos caminando hacia la cafetería le pregunto si se siente cómoda en nuestro establecimiento académico y ella responde que no, algo que me dejó sorprendido. Generalmente, por cordialidad o agradecimiento la gente responde de manera amigable a ese tipo de preguntas cliché, pero ella no lo hizo. Le pregunte cual era el motivo de su respuesta y ella menciona a su novio, un tal Gastón de Volder proveniente de una familia aristócrata conservadora de descendencia holandesa del siglo XVI, el cual no quería dejar como segundo plano en su vida.

— ¿Debe ser un príncipe o algo por el estilo no? — pregunto algo decepcionado de su existencia y de mi por no ser él.


—Es de familia noble, pero él es un hombre sencillo que se ha desprovisto de riquezas superficiales y de toda clase de rituales coloniales para así poder tomar mi humilde y corriente mano— dice con mucho orgullo, pero desinflándose en cada palabra. 


Al escucharla decir eso, sentí una rabia que invadió mi cuerpo a tal nivel que mi temperatura aumento rápidamente como si estuviese posado sobre una salamandra encendida. No podía creer que ella aceptara algo así, que creyera que aquel acto fue una prueba de amor real. Un príncipe que se despoja de su identidad para poder aceptar a la mujer mas hermosa de la galaxia, como si no viese que la chica es mas digna que el mismo Dios de poseer todo este reinado espiritual y terrenal, como si no viese que posee los rasgos mas exóticos y perfectamente alineados que haya creado la naturaleza a lo largo de toda su historia, como si no viese que si yo fuera un príncipe mataría al rey y a la reina para darle el trono que ella se merece desde que recibió el primer aliento. De todos modos este sentimiento es demasiado poético, sobre todo por como están las cosas hoy en día sí la profundidad del lenguaje y de la expresión son incomodas y hasta plásticas, estamos convencidos (o constantemente convenciéndonos) de que el amor es la facción más cursi y limitada en pervivir de las caras sentimentales del ser humano. El mundo es cruel con lo que estoy sintiendo en este momento. Los prejuicios son tan infinitos, perfectamente pensados y luego enumerados por sabios maquiavelistas que no me dan ninguna posibilidad de encontrar el valor para dejarlo entrar a mi, increíble. La sociedad es un catalizador que retarda los procesos químicos del cerebro y en general de las buenas experiencias, los peros y las contra-indicaciones que te ofrece cada cultura están pensados para controlar los impulsos que nos puedan hacer felices, pero lo irónico es que por el contrario, nos impulsa a cometer errores, a ser malas versiones de nosotros mismos para adquirir seguridad de ellas. Nos incentivan a correr el riesgo de dañar a otros innecesariamente bajo el argumento de que uno saldrá ileso. Malditas personas precursoras de esta mierda de actitud. La inseguridad nos quita muchos años de vida.



—Genial, debe ser un hombre asombroso. Felicidades para ustedes— digo con un tono protocolar. 

—Que gracioso eres, te quedaste pensando un gran rato sobre lo que te dije y creíste que no lo note? Bueno, creo que se me nota algo descontenta al expresar mi situación. No es necesario que me digas algo— Dice la chica mientras busca algo en su cartera, haciéndose la desentendida de lo que dice como si temiera alguna consecuencia divina.


Luego en el café la conversación se volvió algo incomoda, se notaba inseguridad de parte de ambos y es fácil reconocerlo, se olía en todo el local. Ninguno tomaba la iniciativa de iniciar una charla que no fuese el clima, la hora y lo que teníamos que hacer después de ese café. 

Fue bastante incomodo. Miraba mi cafe, lo revolvía mas de lo necesario y tomaba con toda la cara dentro de la taza. No reconocí ese defecto en mi hasta ese entonces: me faltaban cojones con las chicas. Terminamos el café y ni siquiera caminamos juntos porque ella debía ir hacia otra dirección y se fue tan rápido que ni pude ofrecerle mi compañía. Sentía humillación y que el culpable eran mis sentidos por haber creado una retroalimentación conductual basada en criticas y en opiniones de terceros, pero como no puedo dejar de sentir, me senté en el bandejón de la calle y me puse a observar a las personas. Los habían gordos y flacos, altos y bajos, blancos y negros, etcétera. No tardé ni dos minutos en darme cuenta de lo que sucedía. Yo era parte de un sistema mayor, el cual hace todo lo que odio. ¡YO HAGO TODO LO QUE ODIO! mientras observaba a las personas mi cerebro pensó mal de absolutamente todos; que el flaco era un idiota debilucho muerto de hambre, que el gordo tenía que levantarse la ponchera para poder mirarse el pene, que el alto lucía como un retrasado, que el tipo bajo se creía guapo y solo era una rata corpulenta, que de seguro la negra tenía sida y el blanco que la acompañaba le había pagado por darle  abofeteadas en el trasero y un sin fin de prejuicios horribles. Me levanté y caminé. Miraba a las personas a los ojos para tratar de saber qué pensaban al verme y esa actitud no me sirvió de nada. El problema era yo, el error o la maldita infección de la sociedad estaba presenten en mi.
Al día siguiente fui a clases sólo para actuar como si nunca hubiese visto a la chica, ella hacía algo similar pero con naturalidad, de seguro no se fijo ni un poco en mi. Pasaron semanas, ella se fue del establecimiento y gracias a un rumor supe que ella si hablaba de mi. Decía que era simpático y guapo (como su novio, que rabia cuando te comparan) pero que nunca la observé con interés, entonces eso la decepcionó. Las chicas son así, les gusta llamar la atención de uno y yo lo estropeé, pero no me arrepiento. De seguro le habría hecho daño siendo como soy.

Comencé a leer libros de autoayuda, alguna que otra cosa religiosa, comencé a incursionar en las distintas disciplinas terapéuticas que están de moda como el reiki y el yoga, a salir menos a divertirme con amigos y a andar mucho en bicicleta. Cuales fueron los resultados de todo esto? Comencé a sentirme solo, la gente me había abandonado y ahora era más juzgado que antes. Por algún motivo que desconozco a las personas les desagradaba que yo intentara ser alguien bueno, limpio y sano. Esto me pareció increíble, el hecho de haberme dado cuenta de que no existía algún problema conmigo, sino que el verdadero sentido de todos nuestro odio es la envidia. Él "yo no pude y tu menos", o "el mundo no es para débiles espiritistas ni comeflores, acá la vida es ruda", y lo peor y más frecuente "que cínico e irónico este hombre, ahora se cree una blanca paloma, como si nunca hubiese hecho algo indebido. Odio a las personas falsas". Este mundo es una mierda, una mancha negra que se encargará de mantenernos con pensamientos tortuosos. 

Me gustaría que todos hicieran la prueba de lo que yo hice para que vean cómo la inconsecuencia de la sociedad está aniquilando la felicidad. Luego, será nuestro trabajo acabar con nosotros mismos hasta exterminarnos en vida, o en sueños. No quiero vivir acarreado por una conducta universal negativa.