jueves, 3 de mayo de 2012

Si, tal vez..

Si la impotencia no paralizara mis piernas, si la rabia me permitiera llorar, si el odio no fuera real, si los tropiezos fueran hacia el cielo y no hacia la tierra, si las manos no necesitaran brazos, si mi cabeza pudiera dejarme ver atrás de mis orejas, si fuera posible arrancar las murallas de un impulso, si gritar no tuviera tan alta acústica ni me delatara...


Mi turno

Es el turno de creer uno en uno mismo, como un todo. Dejar que alguien confíe en ti es mucho para algunas personas, como yo.

La confianza es el premio mayor que tiene cristo, nadie más puede hablar de ella.