lunes, 24 de enero de 2011

Cliché

No creo en lo cliché porque nunca he visto un arcoiris en una noche oscura. Tampoco he visto una fuente con oro en la vereda, salvo algo de dinero en cantidades variadas dependiendo de LA SUERTE. Y ahora: ¿De quien es la culpa?

No todas las edades aumentan anualmente

Por desgracia, no tengo el corazón de un niño de seis años. Ni siquiera recuerdo haber tenido en algún momento de mi vida seis años, solo lo acepto por lo lógico que es.
Cuando pequeño supe que los adultos no sabían guardar secretos de un niño de nueve años.
A los doce todo cambio. Era otro niño con un creíble disfraz de adulto.
Un año después, era un incompetente.
Los próximos tres años los disfruté queriendo ser un niño.
A los dieciséis quería ser un hombre, pero un año después me transformé en una persona a medias.
A los dieciocho erraba sin respeto alguno, solo por no darme cuenta de que existían distintos caminos.
A los diecinueve comprendí demaciadas cosas, las cuales hasta el día de hoy me hacen agradecer aquellos tres años, hace seis años.
En este momento, solo resto y sumo mis edades.
Cuanto habré omitido en este escrito... ¿Cuantas ramas tiene un árbol de veinte años?
No importa señor árbol, solo me alegra lo verdecito y grande que estás.-